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Este blog pretende ser solamente un espacio donde poder contar cosas, un muro donde escribir ideas, un tablón donde colgar pensamientos. Cosas, ideas, y pensamientos de todo tipo, cosas, ideas, y pensamientos que me interesen y me llamen la atención, y hacerlo por supuesto a mi manera. Es posible que lo que se escriba no tenga mucho sentido e incluso en numerosas ocasiones sea estúpido, y no importa, cada cual es libre de leer o dejar de hacerlo si cree que no vale la pena. Es más, es ésa la verdadera intención. Más que contar el día a día de mi vida lo que quiero hacer es contar el día a día de mis inquietudes, contar todo aquello que antes hacía saber a mis amigos cuando nos veíamos y luego se convertía en tema de conversación y discusión, en debates apasionados. Ahora que no nos encontramos tan a menudo y no tenemos tales oportunidades, la opción de la Red y los blogs puede ayudar a que sigan existiendo tales. Espero que así sea.

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SI ENTRAS Y NO COMENTAS ES COMO SI NO ENTRARAS.
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jueves, 27 de noviembre de 2008

Perdonen que mire (y bastante).

Es lo que tiene estar cada día en el mismo sitio esperando al mismo tren y cruzándose con prácticamente la misma gente. Siempre he pensado que las estaciones de tren y los trenes mismos, o por lo menos algunos de ellos, los nocturnos por ejemplo, son todo un mundo en el que se puede encontrar una fauna muy propia y característica única de estos ecosistemas ferroviarios.
Hoy simplemente quiero hablar de uno de esos animalillos que pululan cual mariposilla primaveral por los subterráneos de una céntrica estación de Barna pero que se encuentran seguramente por muchas de todo el país. Lo veo casi cada jueves al volver y hoy, mientras esperaba mi tren, ya no podía dejar de fijarme en él, así que esta entrada va a ser no sólo una crítica a toda esa clase social de la que forma parte sino que también va a ser un pequeño homenaje, con un toque de coña por supuesto, a una especie que desafortunadamente aún no corre serio peligro de extinción.
Para los que todavía no sepan a que personajillos hago referencia simplemente decir que son los que se encargan de la seguridad de todo viajero. Sí señor, me refiero ni más ni menos que a los guardias de seguridad, esos señores y señoras que deberían ayudar, amabilidad por delante, a cualquier persona que lo necesitara y poseer por lo tanto, una imagen más o menos seria, una mínima capacidad de comunicación, y un sencillo saber estar que suele tener toda persona que trabaja cara al público y representa a una institución o empresa. En el caso al que hago referencia el protagonista es un chavalillo, pues no debe tener más de 20 o 21 años, con un físico poco deseable, y no es que me fije en su atractivo viril, un atractivo poco deseable, decía, si tenemos en cuenta que una persona dedicada a la seguridad debe tener unas capacidades físicas óptimas e imprescindibles, tales como pose, percha, presencia, o fuerza. Que sí, que sí, que hay bajitos que pueden transmitirnos la sensación de seguridad mejor que un fortachón de 1'90, estamos de acuerdo, pero tampoco es plan que un tío escuchimizao al que los pantalones se le quedan a medio tobillo y al mismo tiempo en el culo no hay nada más que una bolsa de aire sea el máximo defensor del orden y la autoridad en el lugar. Me parece un error por que más que un segurata (tema para otro día) parece un chiste, él, o el otro extremo, el colega barrigón que lleva el pantalón por encima del ombligo. No tengo nada contra los que son delgaditos y tienen más bien poca presencia pero para determinados trabajos creo que estamos de acuerdo todos o casi todos que son necesarias ciertas características o aptitudes. Pero esto no es lo más criticable, que va, ya que lo peor que tiene el coleguita es que lleva unas pintas que pa qué: las yoyas guarras a los gitanete estilo Farruquito, el pendiente o sarsillo como dirían por Andalucía, que no piercing colocado técnicamente y podría pasar inadvertido e incluso moderno, de oro y con la cruz tintineante de rigor, la barba de 4 días, no dejada aposta sino descuidada, y los dientes de un amarillo-marronoso bastante asqueroso propio de los porretas asiduos. ¿Sigo? ¿sí? bueno, ya voy acabando. Lo peor, la pose que tenía el menda, apoyado en la pared como si de una señorita de la noche se tratara, hablando con una amigo sobre el finde de desfase que se pegaron él y su otro colega mientras pegaba repasones de miedo a las chicas que iban pasando al tiempo que soltaban alguna que otra palabrita. Obviaré palabras soeces y me limitaré a decir sólo que espero que si algún día pasa algo en la estación, él no esté por ahí, por su propio bien.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido literato,

con tu artículo de hoy corres el peligro de convertirte en un analista social talibán.

Es cierto que estas personas no son por lo común un oasis de la cortesía e, incluso, rozan en algunos aspectos la arrogancia y prepotencia pero piensa una cosa estimado amigo:

¿Cómo debe ser pasar 12 horas en el subsuelo día tras día cobrando un sueldo mínimo a base de horas extras?

Juanan dijo...

Queridísimo compañero, te has anticipado con tu comentario, pues aún no he acabado mi critica a tales seres, falta lo mejor.
Sigue escribiendo, tus aportaciones siempre son fructíferas.