Y es que los niños ya no son como los de antes, como los niños que fuimos los que ahora tenemos la treintena. Los niños de hoy en día, y hablando de manera general porque claro está que no todos son iguales, ya no piden algún regalito a los Reyes Magos valorando su demanda en función de su comportamiento anual, no no, nada de éso, ahora los niños EXIGEN a los Reyes Magos miles de cosas sin tener en cuenta cómo se han portado durante el año, independientemente de si lo merecen o no. Simplemente reclaman lo que es suyo por el hecho de ser niño y por el hecho de que los padres deben corresponderles su amor de manera material.
Recuerdo de pequeño cuando teníamos que escribir la carta. Pedíamos una o dos cosas como máximo, aquéllo que más queríamos, y nada más. Luego los mágicos monarcas proveían según sus posibilidades y según su valoración de nuestras acciones. Siempre traían cosas útiles y que realmente nos ilusionaban. Me da pena ver cómo muchos niños abren regalos y regalos, casi de manera profesional destrozando con precisión los envoltorios, miran el juguete en cuestión, esbozan una mínima sonrisa, y van a por el otro a ver qué hay, sin apreciar realmente todo lo que les están regalando. Los niños de hoy en día están tan acostumbrados a tener tantas cosas que no valoran casi nada. Se sobreprotege a los hijos y se les sobremima con los objetos del deseo a más no poder. No es malo, ciertamente, que se les quiera dar lo mejor siempre, pero a cambio de qué?
Recuerdo mis reyes de aquellos años: pelotas de fútbol, siempre, acuarelas y blocs de dibujo, prismáticos, calcetines, y cosas por el estilo. Recuerdo ponerme a pintar a las 7 de la mañana para utiliazar los regalos, lleno de ilusión y entusiasmo. A las 9 de la mañana estábamos todos los vecinos en la calle estrenando los juguetes, cada cual con lo suyo claro, ya fueran coches teledirigidos, He-Mans y Gi-joes, bicicletas y patines, muñecas y cochecitos, etc...
Hoy no he visto niños.