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Este blog pretende ser solamente un espacio donde poder contar cosas, un muro donde escribir ideas, un tablón donde colgar pensamientos. Cosas, ideas, y pensamientos de todo tipo, cosas, ideas, y pensamientos que me interesen y me llamen la atención, y hacerlo por supuesto a mi manera. Es posible que lo que se escriba no tenga mucho sentido e incluso en numerosas ocasiones sea estúpido, y no importa, cada cual es libre de leer o dejar de hacerlo si cree que no vale la pena. Es más, es ésa la verdadera intención. Más que contar el día a día de mi vida lo que quiero hacer es contar el día a día de mis inquietudes, contar todo aquello que antes hacía saber a mis amigos cuando nos veíamos y luego se convertía en tema de conversación y discusión, en debates apasionados. Ahora que no nos encontramos tan a menudo y no tenemos tales oportunidades, la opción de la Red y los blogs puede ayudar a que sigan existiendo tales. Espero que así sea.

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SI ENTRAS Y NO COMENTAS ES COMO SI NO ENTRARAS.
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jueves, 6 de noviembre de 2008

De viaje con Cortázar.

Los viajes en tren cada vez se me hacen más pesados. Puede que sea que me estoy haciendo viejo, que eso de cumplir 25 años por quinta vez y andar rozando la triple X (XXX), pues se empiece a notar ya, aunque todavía cuele y sea creíble a los ojos de la mayoría lo de tener un cuartito de centuria. Puede que no sólo sea una sensación añal sino que nuestra querida Renfe contribuye bastante a que los trayectos se hagan interminables con su funcionamiento intermitente cuando no malo.
Los libros son el mejor entretenimiento y el mejor refugio para no dejar correr el tiempo y cada día se escapen casi 3 horas entre idas y venidas, subidas y bajadas, paradas y más paradas. Un libro apasionante, un libro interesante, o simplemente un libro que se tenga que leer por obligación. Lo mismo da, siempre es la mejor manera de despejar la mente de los traqueteos interminables del viaje, a menos que alguna conversación vecinal de esas pesadas se nos meta por la cabeza y ya no podamos hacer nada, que también suele suceder.
Un viaje diario entre tren y metro de casi 3 horas al día es el momento perfecto también para intentar un nuevo asalto a uno de esos libros duros de roer, uno de esos tochos intragables, uno de esos libros que son incomibles por naturaleza y que se han dejado de lado en numerosas ocasiones en algún tiempo pasado, que no tuvo porque ser mejor, ojo.
Así que hoy he reempezado por tercera o cuarta vez, ni lo sé ya, "Rayuela" de Julio Cortázar, una de las novelas imprescindibles de la literatura de la segunda mitad del siglo XX, según la contraportada. La foto de la misma muestra a un tio con gafas y puro bastante feo y medio esquimal, que lo era, pero de los de Patagonia.  Su manera de escribir es compleja, personal, transgresora y la verdad es que cuesta bastante cogerlo, y no sólo por esa personalísima plasmación de ideas sino por el contenido. Parece mentira lo que puede llegar a saber una persona, lo erudito que se puede ser, y además como se le pueden dar mil vueltas a las cosas y encontrarles mil puntos de vista, algunos de ellos intelectualísimos. Por momentos me recuerda bastante a Sánchez Dragó ya que parece que el libro no son más que disertaciones privadas de una persona que no piensa y escribe de manera normal y que además quiere demostrar constantemente ese nivelazo léxico-intelectual-filosófico que posee.
Vamos, como que da un poco de asquito cuando se empiezan a leer esas locuras, pero la verdad, y en eso el tren ayuda bastante, es que cuando uno se empeña en intentar entender lo que se dice, que no siempre se consigue, se le va pillando la gracia al argentino este y resulta no estar tan mal.
Llevo ya 12 capítulos leídos, creo que esta vez es la definitiva. 

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