domingo, 1 de febrero de 2009
¡Qué pena da!
Ahora que vemos la casa tan vacía y tan inpersonal, sin nuestras cosas que la vestían y le daban calor, sobre todo las velas, nos da pena dejarla. Nos vamos a una más grande y nueva, más guapa, y todos los adjetivos que podamos decir serán siempre mejores, pero qué se le va a hacer, aunque cambiar sea para mejor da pena dejar el lugar donde has vivido casi dos años y medio y que era ya un pequeño hogar en el que nos hemos pegado buenas cenas, hemos disfrutado de una terracita frente al mar, quizás nunca más suceda, y sobre todo hemos gozado de independencia. Adiós con el corazón debería escribir, si no fuese tan cutre. Adiós amiga.
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