------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Este blog pretende ser solamente un espacio donde poder contar cosas, un muro donde escribir ideas, un tablón donde colgar pensamientos. Cosas, ideas, y pensamientos de todo tipo, cosas, ideas, y pensamientos que me interesen y me llamen la atención, y hacerlo por supuesto a mi manera. Es posible que lo que se escriba no tenga mucho sentido e incluso en numerosas ocasiones sea estúpido, y no importa, cada cual es libre de leer o dejar de hacerlo si cree que no vale la pena. Es más, es ésa la verdadera intención. Más que contar el día a día de mi vida lo que quiero hacer es contar el día a día de mis inquietudes, contar todo aquello que antes hacía saber a mis amigos cuando nos veíamos y luego se convertía en tema de conversación y discusión, en debates apasionados. Ahora que no nos encontramos tan a menudo y no tenemos tales oportunidades, la opción de la Red y los blogs puede ayudar a que sigan existiendo tales. Espero que así sea.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
SI ENTRAS Y NO COMENTAS ES COMO SI NO ENTRARAS.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

viernes, 19 de febrero de 2010

La importancia de llamarse Ernesto.

Por muchos es sabido, por no decir claramente que es de sobra conocido y tristemente admitido por todos, por la inmensa mayoría al menos, que la mayor grandeza de vivir en un pueblo no reside precisamente en su privilegiada situación de cercanía a la naturaleza, a la madre Tierra y su aire puro y a todas esas cosas tan ecológicas que están muy en boga hoy en día, ni tampoco en la tranquilidad que suele habitar sus calles, ni siquiera en sus relaciones vecinales más o menos cordiales y cercanas que los caracteriza. No, ni mucho menos, que nadie se equivoque, la ventaja más importante de vivir en un pueblo, la mayor grandeza, reside en el hecho de que el mayor o menor conocimiento y/o amistad que se establece entre sus convecinos, las relaciones sociales interpersonales que diría un sociólogo versado en el tema, pueden servir para abrir muchas puertas al que bien sepa explotarlas. En términos propios de la ciencia dominada por los electricistas o lampistas, que es como más comúnmente se los conoce por estas tierras de tanta construcción y especulación, a todo ese tipo de relaciones beneficiosas y provechosas que se puedan establecer entre los que poseen poder e influencias y los que no, se las suele denominar vulgarmente enchufes.
Así es, queridos amigos y fieles lectores, que a estas alturas muchos ya habrá, lo mejor de residir en un pueblo es que cualquiera, sea quien sea, por el mero hecho de poseer los contactos adecuados, los enchufes, digámoslo claro y sin tapujos desde el principio, y tener la pertinente cara como para utilizarlos sin escrúpulos, desfachatez aclarémoslo también desde ahora, aunque es más la del que los otorga que la del pobre que los utiliza, puede conseguir todo aquello que se proponga. Y es que la impunidad que otorga un municipio, un lugar relativamente pequeño donde todo lo que sucede queda en casa y ya se sabe, los trapos sucios se lavan sólo ahí, en casita, parece ser muy grande. Así politicuchos de pacotilla que ni saben hacer, la mayoría de ellos, la o con un canuto, alardean y se jactan de poder colocar a éste o aquél porque sí, porque es el hijo de tal o el primo de cual y le debe un favor o simplemente porque meterlo en cualquier lado da votos. Es esta, ciertamente, una situación triste e injusta pero real y cruda que se vive cada día en muchos municipios de este país, y para muestra un botón.

Apellidarse Gutiérrez, López o incluso Ramírez en un pueblo como Calafell es igual a no ser nadie o como mucho es lo mismo que ser un simple mortal que hace lo que buenamente puede. Con ello simplemente se quiere decir que para conseguir algo, por norma general, alguien con ese apellido debe ganárselo por méritos propios, con su sudor y esfuerzo como suele decirse, y como debería suceder normalmente. Aunque ciertamente, si se presta buena atención, casos extraños hay también, excepciones podrían ser, de Sáncheces, Núñeces y Romeros en la cúspide de la escala social y política que de esfuerzo y sudores, bien poquitos, como mucho los que llegan tras comilonas de trabajo, por supuesto, basadas en buenas y calientes paellas y vinillos de los mejorcitos, vamos de ésos que calientan bien el gaznate y hacen sudar la gota gorda además de soltar bien la lengua.

Por contra los endémicos y tan arraigados Solés, Ferrés y Romeus (pronunciados correctamente como Sulés, Farrés y Rumeus), apellidos que representan a estirpes de noble y alta cuna, por el simple hecho de serlo, de llevarlos tras el nombre, parece ser que ya tienen prácticamente el cielo ganado. No exagero. Ser uno de ellos en Calafell, y a mucha honra dirán, por supuesto, significa tener asegurado un pan bajo el brazo durante cada uno de los días de su vida. Ya sea porque desde que nacen están bien untados de tierras básicamente, que al cambio del siglo XXI son dinero, acumuladas y heredadas familiarmente, generación tras generación y no sin pocas penas y sufrimientos de ahorrativos y trabajadores ancestros que inauguraron el famoso eslogan de “la pela es la pela”. Y qué culpa tengo yo de tener ese apellido, de tener dinero e influencias, de ser de tota la vida d' aquí, de pura cepa, se preguntarían si nos escucharan. Ninguna, nada más faltaría, deberíamos contestar nosotros. Ser rico o pobre, venir de familia buena o rasa, no depende de nadie y por lo tanto la cuestión no es reprochable ni es, además, lo que desde estas líneas se pretende hacer. Lo que sucede es que muchos de éstos, sin tener pasta, tierras, o fábricas, poseen unas influencias o privilegios que muchos otros, el resto que no nacieron de entre ellos y no llevan esos apellidos de luminoso y parpadeante neón no los tienen y es eso lo que aquí SÍ, y con mayúsculas, se quiere criticar o por lo menos dejar constancia.

El enchufismo es una práctica tan habitual y cotidiana en la villa de Calafell que prácticamente pasa inadvertida entre los ciudadanos. Se ha convertido en algo totalmente normal e intrínseco a la política. A nadie sorprende ya encontrarse al flacucho de toda la vida vestido de policía, porque es vecino del Regidor tal, o al cateto integral, que jamás dejará de serlo, trabajando como regidor en el honorable Ajuntament, al ladito mismo del señor alcalde. Manda huevos que diría Trillo. La resignación de los que lo ven ha generado en una incomprensible pasividad ante la corrupción del sistema, y al final este mismo sistema ha acabado por absorber a los ciudadanos más honrados, y todos, tengan o no tengan esos contactos, intentan ganárselos, es decir, ser enchufados como sea, caer en gracia de alguno de esos desgraciados que se creen alguien importante al que se le debe rendir pleitesía. Hay ganarse las lentejas dirán casi todos, sea como sea. Definitivamente patético pero la cosa tiene miga ya que ellos, esos que se llaman políticos y generan tal situación, se gustan a sí mismos tanto tanto que llegan a creérselo. El negocio redondo de nuestros días, por si no lo sabíais queridos compañeros, es la política, pero la de los pueblos, la barriobajera, la que se ha hecho toda la vida, la de los favores y las comisiones. La que funciona bien y permite montarse chalecitos de los guapos guapos.
Luego que nadie se sorprenda de la inoperancia de servicios como el de la Brigada, abanderados del famoso lema trabajan 2 y miran 5”, o de la existencia de una superpoblación de mandos y altos cargos, completamente prescindibles en la mayoría de los casos, en el escalafón consistorial, que no hacen más que entorpecer el trabajo de los que realmente quieren hacer algo útil y embolsarse, eso sí, su pertinente salario mileurista, ya sea tres mileurista, cuatro mileurista, etc...). Las cosas jamás pueden funcionar bien si se sustentan en un sistema así, en el sistema del amiguismo, en el conocismo, en el sistema que no valora lo que realmente sabe y puede hacer alguien que se presenta a una entrevista de trabajo, en la formación que posee y los idiomas que habla ese alguien, sino que se valora mucho más quién es su padre, qué empresa colaboradora tiene su tío o simplemente qué favor le debe desde hace mucho tiempo el regidor Menganito al padre del susodicho. Triste tristísimo.
Pero de lo triste se pasa a lo esperpéntico cuando, aún a sabiendas de lo que ocurre, de que la plaza X se la llevará el señor Y porque está previsto así, porque así lo acordaron quienes debían hacerlo, el señor A y el señor B, de lo triste se pasa a lo esperpéntico, decía, cuando el tejemaneje en cuestión te lo hacen delante de los morros como si nada, magia potagia que se dice, “eres tan gilipollas que te la cuelo y ni te enteras”, les falta decir a los artistas de turno para acabar de bordarlo. Por Dios, un poco de discreción, que dejen de tomarnos por estúpidos, que cuelen a quien quieran pero que no sean tan descarados. Un ejercicio de ejemplo para ver cómo va la cosa.

Problema de lógica (incluye solución)
: Se oferta una plaza para trabajar en un lugar X de la Casa. Tal plaza está adjudicada, de antemano, siguiendo la regla del dedo, del enchufe. Aún así es obligatorio hacer el paripé, la pantomima, y por ello se inicia, como manda la norma oficial, un proceso de selección. Supuestamente, y sólo supuestamente, se debería buscar a la persona más adecuada para cubrir ese puesto de trabajo aunque sabemos que no es así, el índice seleccionador no suele tener buen ojo con los elegidos, pues sólo valora su genealogía y demás cuestiones ya explicadas. Aún así se cuelga en la Web la oferta, para que todo sea legal, pero se hace sólo durante un período de tiempo muy corto que no permite que muchos interesados puedan presentar sus solicitudes o lo hagan ya a destiempo. Extrañamente sólo se presenta una persona para esa plaza. Casualmente con toda la pachorra del mundo sólo se realiza una única entrevista, a la susodicha afortunada por supuesto, aún y la comisión seleccionadora tener conocimiento de haber más solicitudes a la espera, que obviamente por muy buenas que sean no interesan. ¿No huele bastante la cosa? Sí, mucho y a podrido. El proceso de selección finaliza y tachán tachán tachááán... Adivinen quién se lleva la plaza, con la máxima puntuación, no faltaría más, tanto en lo referido a méritos presentados como en el resultado de la entrevista. Exacto, no se han equivocado. Vaya crack debe ser el tío. Que ojo tiene el que lo ha metido. Rima y todo, que poeta me sale de dentro cuando me hierve la sangre. Pero la cosa no acaba ahí, para acabar de adornarlo todo, y para que no quede la más mínima duda de que todo el proceso es limpio, legal, transparente, público y podría seguir así mucho tiempo, que adjetivos higiénicos similares por este pueblo abundan, cuelgan obviamente los resultados en la Web, para que todo el mundo se entere, para que si quiere, el flamante vencedor se lo imprima y se le cuelgue en el comedor de casa o simplemente lo restriegue por la cara de los demás.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mejor redactado, imposible!
Esta es nuestra dura y real filosofia del ay-untamiento.

Juanjo Iglesias dijo...

Juanan, es un placer leerte, más aún compartir todo lo que dices. Me ha pasado el enlace un buen amigo y tiene toda la razón del mundo. Eres bueno colega.
Veo que te has quedado con la llegada de la primavera.
Espero que haya sido para bien, pero anímate y sigue.
Suerte y espero otra entrada.
Un saludo

Juanan dijo...

Gracias compañero, me agrada que alguien me lea y sobre todo que valore lo que quiero hacer público. Escribo para denunciar e informar de las injusticias y la impunidad que existe en Calafell. También para descargar mi ira, se nota no? Ya me dirás qué buen amigo te ha aconsejado el blog.
Seguiré escribiendo... que la primavera ya sabes, la sangre altera!